CASTILLO DE ATECA

En el plano original de Faci, datado en mayo de 1837, podemos observar las trazas del castillo-fortaleza de Ateca, según la reforma impulsada por D. Pedro de Ybarreta a fin de asegurar las máximas garantías defensivas.

Comparándolo con los restos de las fábricas que han llegado hasta nuestros días pueden comprobarse las diferencias y correspondencias entre lo proyectado y lo realizado, así como las huellas de intervenciones posteriores.

De la memoria histórica realizada por el arqueólogo Francisco Javier Martínez transcribimos el siguiente texto: "El Castillo de Ateca se encuentra situado en la parte más alta de su casco antiguo. De extensión amplia y forma irregular, sus muros se confunden con los de actuales caseríos, aflorando restos del mismo en dependencias domésticas y calles públicas".

La construcción dominante en sus paredes es el mampuesto careado cuidadosamente apoyado en la roca natural que le sirve de cimentación, sobre el cual en algunas zonas se recrecieron los muros con paramentos de tapial, hoy casi totalmente desaparecidos.

Del total del conjunto destaca la torre-puerta, como la llama Guitart Aparicio, que alberga el cuerpo de guardia realizado en 1838, con su pequeña puerta de entrada enmarcada por alfiz para encajar el puente levadizo rematada con sendos matacanes o voladizos sobre los muros con suelo aspillerado. El conjunto se completa con las típicas almenas, hoy casi imperceptibles.

Dentro del recinto encontramos en su extremo sureste la Torre del Reloj, obra realizada en el año 1560 por los maestros Domingo y Mecot sobre otra de fábrica medieval que también servía para albergar el reloj público.

Históricamente, el castillo jugó un importante papel defensivo para los vecinos de Ateca, pues a pesar de que no quedan restos visibles de su pertenencia en el año 974 a la familia de los Banu-Timlat, señores de Pozuel de Ariza, Deza, AI-Sujaira (Peñalcázar) y Qasr-Madá (Peñarroya o Torrubia), sabemos que en el año 1357 Ateca es uno de los lugares de la zona que se fortifica con motivo de la guerra de los Pedros, a pesar de lo cual, en el año 1362 no se puede evitar que la población caiga en manos de las tropas de Pedro I de Castilla, siendo pasada la guarnición del castillo a cuchillo, como en Ariza, tras haber resistido dos días los ataques de los castellanos.

Posteriormente, en unas nuevas guerras entre Castilla y Aragón, el rey Juan I intentó tomar el castillo de Ateca en el año 1427 con resultado negativo. Años más tarde, en 1448, tras destruir las poblaciones de Torrijo, Horcajo, Manubles y Villalengua, Juan I decidió no incluir Ateca en sus objetivos pues era conocedor de que el recinto militar albergaba las bombardas y tiros que utilizaron los de Calatayud cuando fue sitiado por Pedro I.

Poco más sabemos, únicamente que en el año 1460, el Concejo del lugar realiza unas pequeñas obras en el postigo y puertas del castillo, lo que trae consigo la visita de unos "prohombres de la Comunidad" para visurar las reformas.

Ateca comienza la etapa post-guerra de la Independencia con una marcada tendencia en favor del rey Fernando VII. Es por esto por lo que en el año 1823, con motivo del asesinato de un realista en Madrid, el Ayuntamiento de Ateca en sesión plenaria, a la que acudieron los milicianos realistas, tomó la decisión de encarcelar a todos los liberales del lugar, que no llegarían a diez, por lo que alguno de ellos decide huir al enterarse de las intenciones municipales.

Poco después, el 8 de diciembre, los realistas asesinaron a un joven liberal de 23 años, en un acto que pudo ser más grave si no le ponen remedio los Padres Capuchinos del Convento de San Martín de Ateca. Años más tarde, como consecuencia de los tristes acontecimientos acaecidos durante primera Guerra Carlista, se organizan en Ateca las llamadas Guardias Urbanas o Nacionales, ocupadas en preservar el orden dentro del municipio y defenderlo en caso de ataques enemigos.

Dos son las partidas que se forman: La de Voluntarios, compuesta por los contribuyentes que pagaban más de cien reales, y la Ley Obligatoria, que acogía al resto del vecindario. Tras una invitación al alistamiento por parte del alcalde, fueron nombrados oficiales el teniente retirado de Infantería D. Cipriano Francés como Teniente, y D. Pedro de Ibarreta, maestro, como Subteniente.

Seguidamente se formó un Cuerpo de Caballería autorizado por el Gobernador Civil el 1 de diciembre de 1834 y una Milicia de carácter forzoso formada por 99 infantes. Para el equipamiento del ejército "popular' se designaron arbitrios por un total de 33.374 reales. La guerra en esta zona se hacía patente siendo frecuentes las escaramuzas y encuentros violentos. Consecuencia de ello es el ataque que efectuaron el día 12 de diciembre de 1835 los generales Cabrera. Quílez y el Serrador a unos 400 zapadores, nacionales de caballería de Ariza. miñones y 300 de Soria que llevaba Valdés a Calatayud, a los que dispersaron y ocasionaron numerosas bajas.

En tal contexto histórico, se decidió en este año de 1835 suprimir el convento de Capuchinos de Ateca, al igual que el de Calatayud. Un año más tarde, en 1836, la Guardia Nacional local estaba formada solamente por una Compañía de Voluntarios y Forzosos, al mando del capitán Manuel Cejador, siendo teniente Cipriano Francés y subtenientes Pedro Ibarreta y Pascual Soriano.

En plena Guerra Civil, según acuerdo de la Diputación de Zaragoza en el año 1838 se manda ampliar y reconstruir el castillo, para lo cual se debió expropiar algún edificio contiguo, entre ellos el de Evaristo Gómez, sito entre la Torre del Reloj y el recinto fortificado, gracias a lo cual quedaron unidos, recuperando así, el patrimonio que anteriormente había sido enajenado.

La reforma del Castillo fue impulsada por D. Pedro de Ybarreta en el año 1837, siendo director Instructor de la Milicia Nacional de Ateca, con la intención de dar seguridad a la población, al no querer que volviera a repetirse en el vecindario la experiencia vivida por él mismo cuando su casa fue destruida y saqueada por la facción Cabrera, iniciándose un tiroteo ante sus propios hijos tras el cual falleció su esposa.

Nacido en 1794, Ybarreta se alistó como soldado voluntario en el Primer Regimiento de Infantería de la División de Voluntarios de Navarra en el año 1810. Tras lo cual solicita, en carta enviada a la reina Isabel 11, un empleo de guarda montado en el Partido de Ateca o Calatayud, por lo que traslada su residencia a Ateca en el año 1826. En 1834 es Subteniente de la Milicia Urbana y en 1837 ya es teniente del Batallón 1 que destruye una partida de facciosos en Bijuesca el día 22 de febrero de ese año, dando muerte al capitán del grupo, por lo que es condecorado con la Cruz de Primera Orden de San Fernando por la reina Isabel II. Culminando su amplia carrera militar, Pedro Ybarreta, Subteniente retirado, Comandante Segundo del Batallón nº II, es condecorado en el año 1854 con la Cruz de San Fernando de Primera Clase.

En el año 1902, debido al mal estado en que se encuentra el puente colocado sobre el foso del Fuerte para dar paso al Reloj público de la villa, se acuerda reconstruirlo con madera del Concejo. Además se envía a D. Mariano Duce Muñoz, maestro albañil del Ayuntamiento a murallas para evitar desprendimientos en los muros que ocasionasen el vecindario dado su mal estado de conservación.

Ya en 1904, la necesidad de dinero es tan urgente en las arcas municipales que se piensa arrendar las habitaciones útiles que pudiera haber en el castillo para conseguir ingresos.

En 1911 se vuelve a reparar el puente de madera colocado sobre el foso que da paso a la Torre del Reloj y en 1919 varios vecinos de la calle de la Cambra se lamentan del estado ruinoso en que se encuentra la pared del mediodía del Fuerte que linda con una de las caras de la Torre del Reloj.

Consecuencia de las quejas vecinales y del penoso estado de algunos muros, se decide arreglar la pared del Fuerte sobre la Torre del Reloj, derribar el tapial y la parte de las maderas. En estos momentos la preocupación por el recinto militar parece grande pues el concejal Francisco Ortega solicita informes a la Alcaldía sobre la cesión de un corral en el castillo que ocupa Matías Montero, así como los cuartillos que utiliza la Iglesia o Hermandad de la Virgen de la Peana, pues al ser terreno municipal le interesa saber en qué condiciones se encuentran.

Además, en este año de 1920 se acuerda cegar el foso que dificulta el acceso desde el Fuerte a la Torre del Reloj con cargo a la partida de Imprevistos. Más recientemente, el 23 de agosto de 1939, se procede al desmonte de la parte del castillo que linda con las casas de la calle del Pilar para evitar posibles desprendimientos.

En la actualidad este edificio es un bonito y acojedor Hotel caracterizado por la calidez de sus estancias y la tranquilidad del entorno natural en el que se asienta. Puede disfrutar de la gastronomía del lugar en su magnifico restarurante El Fogón de Ateca.

Texto: Ayuntamiento de Ateca