Tabacalera - c/Amadeo de Saboya nº 11

La primitiva fábrica de tabacos estuvo ubicada hasta 1914 en el edificio de la antigua Aduana, frente a la Glorieta, año en que fue transformada en Palacio de Justicia.

El edificio de la actual fábrica de tabacos fue construido según proyecto del arquitecto Celestino Aranguren Alonso (* 1859 † Madrid 26-03-1921), con quien colaboraron los ingenieros Mauro Serred y Federico García Patón, siendo director de las obras, el arquitecto Ramón Lucini Callejo (* 1852 † 1939), quien además realizará el Asilo de lactancia para las trabajadoras de la fábrica.

De grandes dimensiones, fue construido entre 1905 y 1909, utilizándose antes de su utilización como fábrica de tabacos, como Palacio de la Industria en la Exposición Regional de 1909. El edificio fabril no formaba parte de las construcciones que se iban a levantar con motivo de la Exposición Regional de 1909, es por ello que la administración de la fábrica de tabacos y el Ateneo Mercantil, impulsor de la exposición, llegaron a un acuerdo por el cual, se les prestaba el edificio mientras durase el evento ferial, a cambio, los organizadores de la exposición se comprometían a construir un edificio como asilo de lactancia para las trabajadoras de Tabacalera. Finalizada la exposición el edificio pudo empezar con la actividad para la que fue construido. En la actualidad y después de años de abandono y debidamente rehabilitado se está utilizando como un gran complejo administrativo municipal.


La monumentalidad de su planta, 75 metros de fachada y 120 de profundidad, lo convierten sin duda en el mayor edificio de su época. Su disposición es simétrica, y se concibe dentro de unos parámetros de acusada austeridad. Sobre un sencillo zócalo de piedra de Moncada, se levanta una potente fábrica de ladrillo bien trabajado, que compone grandes paramentos lisos, con muchos vanos. Solo en la fachada principal, con un potente arco de piedra de medio punto peraltado en la puerta, admite algunos motivos ornamentales, como el remate de su eje central, con un reloj que aprovecha con la elevación de su cuerpo central, para resaltar su simetría dentro de los cánones de la composición neoclásica.

La Tabacalera en el recuerdo