Plaza Lope de Vega

¿Porqué se llama de Lope de Vega la popular plaza junto a Santa Catalina?

En la sesión municipal de 21 de septiembre de 1917, se daba lectura a un dictamen de la Comisión de Estadística del Ayuntamiento por el que se proponía que la antigua plaza de las Yerbas y la de la Virgen de la Paz quedasen reducidas a una sola con la numeración correspondiente como tal y bajo un mismo nombre. Consideraba la comisión como muy oportuno que, habiendo desaparecido del callejero de Valencia la calle que llevaba el nombre del inmortal Lope de Vega, se diese éste a la indicada plaza.

No pareció a todos acertada la proposición que se les hacia. Uno de los ediles tomó la palabra para manifestar que estas dos plazas, aunque estuvieran una junto a la otra, eran completamente distintas y no existía razón alguna para que se unificaran.

Quédese con su nombre la plaza de la Virgen de la Paz -era la postura que mantenía el orador-, y en cuanto a la de las Yerbas, si es que se presta a confusiones con otras calles o plazas de la ciudad, restablezcase el tradicional de plaça dels Caps por lo que es más conocida aún de los valencianos.

La realidad era, efectivamente, que los vecinos de la calle de la Yerba habían interesado este cambio de nombre para evitar malentendidos. Total que el asunto volvió a la comisión.

Poco después, en la sesión del 5 de octubre de aquel mismo año, volvía a tratarse el tema. Y entonces, a propuesta del alcalde la ciudad José Martinez Aloy -aquel erudito investigador y cronista e ilustre colaborador del diario Las Provincias y su almanaque- se acordó al fin "que la plaza de las Yerbas, se denomine en lo sucesivo de Lope de Vega y que continúe la Plaza de la Virgen de la Paz con su nombre actual."

Y así es como está rotulada hoy la plaza que perteneció al cuartel y distrito del Mercado y que en tiempos se llamó de les Herves o de las Yerbas porque en ella se vendían verduras y hortalizas. Plaza que seria denominada asimismo de la Peixcateria por estar al lado de la pescadería que desde 1668 ocupaba lo que es "el clot", es decir, la actual plaza del Cid o Plaza Redonda. Junto a ella, una lápida escrita en latín recordaba a los valencianos que allí mismo, desde 1276 estuvo el primer establecimiento de venta de pescados, según privilegio de Jaime I.

E igualmente era conocida como hemos indicado antes, por plaça del Caps, también por su cercanía al matadero general, lo que propiciaba la existencia, tanto en la plaza como en su alrededores, de carnicerías y lugares de venta de despojos: vientre, asadura, cabeza y manos de las reses sacrificadas.

Por aquel acuerdo, pues, de 5 de octubre de 1917, esta popular y siempre concurrida plaza, céntrica y comercial -y fallera en las últimas décadas-, ha venido a ser la que entre nosotros rinde homenaje al "Fenix de los Ingenios", Lope Felix de Vega y Carpio, vinculado por tantos motivos a nuestra Valencia.

En esta plaza podemos encontrar el edificio mas estrecho de Europa, con 1,05 metros de anchura de fachada. El segundo más estrecho de Europa pasa por estar situado en Holanda y cuentan que su anchura de fachada es de 1,20 metros. Así mismo conviene añadir que los pilones de piedra que hay alrededor de la Plaza Redonda son aquellas que hace siglos sirvieron para delimitar la famosa judería y que la vecina calle de San Vicente Mártir, no es mas que la Vía Augusta que bordeaba el Mediterráneo en tiempos del imperio romano.

LA PRIMITIVA CALLE DE LOPE DE VEGA

Pues bien, la anterior calle valenciana de Lope de Vega había sido una de las que formaban las trece manzanas del famoso barrio de Pescadores que desapareció a golpe de piqueta al ser demolido todo él luego de expropiarlo el Ayuntamiento que presidía José Sanchis Bergón, en la primera década del presente siglo. Con la de Lope de Vega dejarían de existir también entones las calles de Jurados, Bonilla, Timoneda, Entenza, Flores y la del Rey D.Pedro.

Ubicado el barrio de Pescadores entre la calle Lauria, plaza de las Barcas y la que a partir de 1899 fue llamada Emilio Castelar, urbanizada en los solares de San Francisco, debió de estar poblado en su primeros tiempos por gentes del mar, pero - como escribiera "El Setentón" de Las Provincias- "se había convertido en un asqueroso burdel, y en sus casas y calles eran frecuentes los escándalos, las reyertas y los crímenes."

Tras su total derribo, se levantaron en estos terrenos modernos edificios que formarían amplias calles a tenor de un plan de conjunto trazado por el arquitecto Alfaro. Dentro, pues, del desaparecido barrio, a la calle de Palmas o de Palmereta, que iba de Barcas a Jurados se le dio el nombre de Lope de Vega en 1º de agosto de 1877.

¿Que había sucedido? Pues, sencillamente, que el Ayuntamiento en un arrebato cultural -digno de encomio, desde luego- había acordado variar aquel 1º de agosto, así de golpe, la rotulación de veintinueve calles. Es cuando surgieron los nombres de Recaredo, Pinzón, María de Molina, Cisneros, Don Juan de Austria, Lepanto, Palomino, Murillo, Garcilaso, Ercilla, Moratín, Jovellanos, Samaniego ... Y este de Lope de Vega el más fecundo de los poetas españoles del Siglo de Oro.

LAS ENLAZADAS PLAZAS DE LOPE DE VEGA Y VIRGEN DE LA PAZ

A ambas recae -como el lector conoce- el imafronte de la iglesia de Santa Catalina Mártir, regida hoy por los sacerdotes Operarios Diocesanos de mosén Sol. La principal fachada, tal como la vemos en la actualidad, es posterior a la construcción de la célebre torre campanario del más puro estilo barroco espléndida obra del arquitecto Juan Bautista Viñes.

Sobre el frontón de la neoclásica puerta, hay un escudo con simbología de la Santa titular. Y arriba se tuvo el acierto de abrir esa filigrana de rosetón gótico, de acuerdo con el interior del templo.

Junto a estas puertas estuvo en el siglo XVI el tribunal del Almotacén -la llamada Lonjeta del Mustaçaf-, hasta que en 1595 se trasladó a otro lugar. Aún podemos apreciar en la parte alta de la dicha fachada de Santa Catalina las dos argollas y el regatón de piedra donde los del Repeso colocaban la bandera.

Al dejarlo el Almotacén, el lugar pasó a ser de la iglesia. Es cuando se instituyó la capilla de la Virgen de la Paz.

Desaparecida esta y para que quedara permanente recuerdo de su existencia, sus devotos colocaron en 1888 sobre el mismo muro de la iglesia un policromado retablo de azulejos de unos nueve metros cuadrados, restaurado hace poco por la ciudad -el 3 de febrero de 1979- en el que, junto a la imagen de la Virgen de la Paz que ocupa el centro y sobre la que aparece una paloma blanca que simboliza el Espíritu Santo, destacan las figuras del franciscano San Buenaventura y las de Santa Catalina y San Antonio de Padua, amén de otras alegóricas, todas de muy buena factura.

LAS ESTANCIAS DE LOPE DE VEGA EN VALENCIA

Si ya en 1589, para cumplir el destierro que se le impone escoge nuestra ciudad, será para unirse al grupo de aquellos excelentes autores - los Tárrega, Gaspar Aguilar, Rey de Artieda, Guillem de Castro ... - y vivir con el ellos el apasionante ambiente de los corrales de comedias "dels Santets" y de "la Olivera". Mutuo fue sin duda, el beneficio de su presencia. Porque si bien nos trajo impulsos renovadores, es indudable que Lope - como expresara con certeza frase Arturo Zabala - "desde Valencia comenzó a elevar el poderoso vuelo de su arte dramático". Sintió el por la ciudad del Turia especial predilección y muchos asuntos de sus comedias en ella se inspiraron.

En 1599 siendo secretario del marqués de Sarriá, volvió a Valencia, con motivo de las dobles bodas reales: las de Margarita de Austria con el rey Felipe III y las de la infanta Isabel Clara Eugenia con el archiduque Alberto.

Sonaron entonces como cascadas inagotables, copias y más copias de su despierto numen:

"... pues consiste si bien de España en que se junten los dos.
Vivan y guárdeles Dios".

Y otra vez, la última a finales de junio de 1616. Y poco faltó para que si su cuna había sido la Corte fuera Valencia su sepultura. Le sobrevino aquí una enfermedad que puso en peligro su vida. En una carta al duque de Sessa le escribe "Valencia, 6 de agosto de 1616: V.Ex señor, ha estado cerca de perder un criado, si bien no de los más antiguos, el que más le ha deseado servir de cuantos ha tenido: diecisiete días ha estado en una cama con tan recias calenturas que entendí que era el último tiempo de mi vida ... "

La plaza valenciana a él dedicada -tal como se encuentra hoy, con las estrechísimas fachadas de alguna de sus casas y su aparente entrada a un coso taurino- evoca, sin embargo, toda una vida y toda una época.

ALGO DE LO QUE HABIA SIDO ESTA PLAZA

Por el setecientos y aun más, en esta plazuela de las Yerbas o "dels Caps", tan arraigada a los afanes cotidianos del pueblo, se arrendaban los banastos y sillas que usaban los vendedores y vendedoras que luego acudían a sus puntos habituales esparcidos por todas aquellas callejas del barrio del Mercado.

En las "Guías de forasteros de Valencia" del pasado siglo, se lee: "Recado para puchero de enfermo. De día y noche, a toda hora se encuentran cuartos de gallina, carne y garbanzos para puchero de enfermo en la plaza de las Yerbas, junto al Trench".

También en una planta baja de esta plaza -la marcada con el número 7- tenia establecimientos de venta al publico el afamado Molí de Ramos de la Vuelta del Ruiseñor y Camino de Benimaclet, donde se trituraba toda clase de granos. Allí expedían "cacahuet descorfat" -que no se encontraba en ninguna otra parte-, arroces y una extensa variedad de harinas.

No seria raro oir en cualquier calle a alguna mujer que respondiera: "Aixo, si vols trobar-ho hauràs d'anar a la plaçeta dels Caps".

Texto: Vicente Ferrer Olmos