Rodrigo Diaz de Vivar
El Cid Campeador

Rodrigo Diaz de Vivar (Rodericus) nace en Vivar (Burgos) entre el 1.043 (Menendez Vidal) y el 1.048 (Gonzalo Martínez Díaz). De familia de infanzones o baja nobleza, su padre era Diego Lainez. Casa con Jimena Diaz el 19 de julio de 1.074 en la ciudad de Oviedo y tiene tres hijos: Diego (fallecido en la batalla de Consuegra en 1.097), Cristina y Maria (que en el Cantar del Mio Cid llaman doña Elvira y doña Sol). Se conserva en el Museo de la Catedral de Burgos la carta de arras (dote) del matrimonio de Rodrigo con Jimena.

En el año 1.083 todavía en vida del Cid se escribe en el Monasterio de Ripoll un poema corto (127 versos) escrito en latin que lleva por titulo "Carmen Campi doctoris" o Canción del Campeador.

La vida y aventuras de Rodrigo Diaz estan narradas en la "Historia Roderici" escrita en latin sobre el 1.110, tal vez en algún lugar cercano a La Rioja o a Nájera y problablemente por algún personaje que ha vivido de primera mano las aventuras de nuestro personaje o que las ha conocido de cerca.

La parte más épica de la vida del Cid está contada en el universal poema conocido como El Cantar del Mio Cid, no sabemos si escrito o copiado de otro manuscrito anterior por un tal Per Abat y que lleva fecha de 1.207. El ejemplar más antiguo que se conserva del Cantar es una copia del siglo XV conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid desde 1.960. Este manuscrito se encontraba depositado en el Concejo de Vivar para pasar posteriormente al monasterio de Clarisas de Vivar y después de un largo periplo descansar en la Biblioteca Nacional.

Rodrigo es universalmente famoso por este poema épico conocido como El Cantar del Mio Cid. Tal denominación proviene de la raiz latina "Meum" y el sustantivo árabe "Sayyid" o "Sid" y que al pasar al castellano antiguo dará Mio Cid, al que se le añadirá "Campi Doctor" = Campeador. Tal apelativo se lo gana nuestro heroe al vencer al caballero navarro Jimeno Garcés en singular combate en 1.067 por cuestiones fronterizas entre Castilla y Navarra.

Muy joven marcha a la corte leonesa de Fernando I el Magno (1016-1065), rey de Castilla y León. En la corte de León se convierte en amigo del infante Sancho (1037-1072); posteriormente cuando este es nombrado rey en 1.065, Rodrigo se convierte en Alferez real. La primera batalla en la que participa Rodrigo es la conocida como Batalla de Graus, hecho de armas ocurrido en 1.064 contra los aragoneses que pretendian la conquista del reino musulman de Zaragoza que era tributario de Castilla. En la batalla muere el rey de Aragón, Ramiro I.

A la muerte del rey Fernando en 1.065, divide el reino entre sus hijos: Castilla para Sancho, León para Alfonso y Galicia para su hijo menor García. No estando conforme Sancho con el reparto (Castilla era un reino más pequeño) estalla la guerra civil, Rodrigo derrota a Alfonso VI en la batalla de Llantada (1068) y en la batalla de Golpejera (1072). Alfonso es desterrado a la corte musulmanana de Toledo y Sancho se proclama rey de Castilla, León y Galicia.

A la muerte de Sancho en 1.072 por Bellido Dolfos en el cerco de Zamora es proclamado rey su hermano Alfonso VI (1047-1109). Destituye a Rodrigo como Alferez real y nombra para tal cargo a un hombre de su confianza el conde Garcia Ordoñez, que se convertirá en el máximo enemigo de nuestro Cid. A pesar de haber derrotado Rodrigo en dos ocasiones a Alfonso, este no le guarda rencor y lo mantiene en su corte leonesa.

Los episodios narrados en el Cantar del Mio Cid referente a la jura de Santa Gadea (Iglesia de Santa Agueda) son totalmente inciertos ya que no se corresponden con la realidad. Escucha y mira un trozo del poema del Mio Cid

En el año 1.079 el rey Alfonso VI envia a Rodrigo a cobrar las parias (tributos a cambio de protección) al rey musulman de Sevilla al-Mutamid. Por su parte el conde Garcia Ordoñez se encontraba en Granada en la corte del rey al-Mudaffar enviado por el rey Alfonso VI. La enemistad entre los reyes musulmanes de Granada y Sevilla es manifiesta y sin previo aviso los musulmanes granadinos y los cristianos de Garcia Ordoñez atacan al de Sevilla, este en vitud de los pactos firmados, pide ayuda al Cid, que entabla batalla en la villa de Cabra y derrota completamente al conde Ordoñez. Enterado el rey Alfonso VI de esta reyerta y engañado por los amigos del conde Ordoñez en el sentido de que el Cid se guarda el dinero de la recaudacion de las parias, el rey aparta a Rodrigo de su circulo cortesano pero no llega a desterrarlo.

Sin embargo en el verano de 1.081 ocurre un hecho lamentable. Encontrándose Alfonso VI en Toledo ayudando al rey Al-Qadir a mantenerse en el trono, un numeroso grupo de bandidos musulmanes toledanos entran en territorio castellano y arrasan todo por donde pasan. Enterado El Cid de este hecho y a pesar de encontrarse en su casa enfermo, sale en persecución de los bandidos y entra en el reino musulman de Toledo asolando el lugar. Enterado el rey Alfonso VI de estos hechos de armas y con el antecedente del enfrentamiento entre Ordoñez y El Cid, el rey destierra por primera vez a Rodrigo que se verá fuera del Reino de Castilla y León entre 1.081 y 1.087. De este hecho de armas podemos deducir el caracter impetuoso del personaje que sin encomendarse a Dios ni al diablo entabla una operación de castigo sin permiso de su rey, al igual que hizo años antes enfrentandose con el conde Garcia Ordoñez.

Comienza su destierro y se dirige a Zaragoza para ponerse a las ordenes de Al-Muqtadir y más tarde de su hijo Al-Mutamin. Ambos personajes acogen con familiaridad y respeto al Cid, lo que hará que se establezcan vinculos de amistad entre ellos. No obstante el Cid deja bien claro que nunca levantará sus armas contra su señor natural, el rey Alfonso.

A las ordenes del rey de Zaragoza, derrota completamente en 1082 en la batalla de Almenar a una coalición militar formada por el rey de Lérida al-Hayib, Berenguer Ramón II, conde de Barcelona y Sancho Ramirez rey de Aragón, que pretendian conquistar el reino de Zaragoza. Esta será su primera batalla librada en el destierro.

En agosto de 1084 nuevamente el rey de Lérida al-Hayib y el aragonés Sancho Ramirez son derrotados en Morella, cuando pretendian la conquista de esta villa tributaria de Zaragoza.

Después de estas batallas el prestigido del Cid ha aumentado considerablemente y la amistad entre nuestro personaje y el rey de Zaragoza se ha visto incrementado, pues ven en él a un hombre en el que se puede confiar y además un gran guerrero. Las fronteras del reino de Zaragoza están bien guardadas.

Alfonso VI habia conquistado Toledo en el año 1.085 y los musulmanes sentian el aliento cristiano muy cerca de ellos. Los reinos taifas musulmanes llaman en su ayuda a sus hermanos del norte de África.

En el año 1086 un gran contingente de musulmanes almoravides entran en la peninsula a la conquista del territorio hispano tanto cristiano como musulman. Alfonso VI les presenta batalla y sufre un horrible derrota en Sagrajas, en la cual el rey resultó herido. A raiz de esta batalla y ante el peligro que suponía este contingente musulman para el norte cristiano, el Cid y Alfonso VI se reconcilian, sin que sepamos si fue el Cid quien acudió en ayuda de Alfonso o si fue Alfonso el que solicitó la ayuda del Cid. El caso es que en 1087 el Cid vuelve del destierro, pues el rey castellano-leonés necesita de todos sus nobles para conjurar el peligro musulman.

A partir de este momento el Cid se encarga de la recaudación de las parias castellanas y de poner orden en los revueltos reinos musulmanes de la zona levantina y de Valencia en particular, siempre acosada y apetecida por aragoneses, musulmanes zaragozanos y musulmanes de Lérida.

En el año 1.088 los almoravides vuelven a tomar la iniciativa y marchan hacia el castillo cristiano de Aledo (Murcia). Hasta el lugar se dirige Alfonso VI; este le pide al Cid que se encontraba acampado en Requena que se presente en la fortaleza. Por razones que se desconocen el Cid no llega a tiempo al punto de reunión lo que provoca la cólera del rey que vuelve a desterrar por segunda vez a Rodrigo. En esta ocasión confisca sus bienes y encarcela a su mujer y a sus hijas aunque las libera inmediatamente. Este permanecerá desterrado por segunda vez entre 1089 y 1092.

Durante este segundo periodo del destierro, el Cid hace lo que antes hacía en nombre de su rey, recaudar impuestos por su protección y conquistar zonas y villas, pero esta vez con destino a su propio beneficio personal.

De esta época es la conocida batalla del pinar de Tebar (primavera de 1090), donde se enfrentaron el Cid con las tropas barcelonesas del conde Berenguer Ramón II. En la batalla que por cuestión numerica debía haber ganado el conde de Barcelona, este es hecho prisionero y tiene que pagar un gran rescate por su liberación y además se le obliga a jurar a no enfrentarse nunca más con el Campeador.

En el 1.091 El Cid es ya un personaje indiscutible y un guerrero temible en todos los reinos cristianos y musulmanes. Temidos por todos, recauda parias a diestro y siniestro. Tal vez por ese motivo, el Cid decide acudir en ayuda de Alfonso VI que en ese año se encuentra sitiando Granada. Este encuentro acaba mal, muchas veces por cuestiones de escasa importancia pero que marcan el gran abismo que separaba a nuestro personaje con el rey. Desde Granada se dirige al reino de Zaragoza a fin de firmar un pacto con el rey musulman.

Mientras tanto Alfonso VI ha puesto sitio a la ciudad de Valencia, donde su antiguo protegido el rey al-Qadir se niega a rendir la ciudad. Como venganza por este hecho, el Cid en uno de los hechos más oscuros de su trayectoria, invade La Rioja y la arrasa, impone un estado de terror matando y violando por donde pasa. Hay que decir que La Rioja era uno de los feudos de su mortal enemigo en la corte de León, el conde Ordoñez. El conde no se atreve a atacar al Cid y le deja hacer a su antojo.

El rey de Valencia al-Qadir, inepto donde los haya, se mueve entre sus pactos firmados con los castellanos y el temor a los almoravides que se acercan a la ciudad. En el 1.092 es asesinado por Ibn Jahhaf del partido almoravide, este se proclama gobernador y pone la ciudad bajo la orbita de los almoravides. A mediados de 1.093 el Cid decide que ha llegado el momento de tomar Valencia e instala su campamento en Mestalla.

Después de un año de asedio por fin el 15 de junio de 1.094 conquista la ciudad de Valencia. La primera medida que toma es ejecutar de una manera no suficientemente aclarada pero si bastante cruel, al gobernador de la ciudad Ibn Jahhaf. Se declara señor de Valencia que no rey, titulo que nunco tomó para si. En octubre de 1.094 Muhammad ben Txufin acampa en Cuarte decidido a devolver la ciudad al poder almoravide. El 21 de octubre de 1.094 el Cid derrota a los almoravides en la batalla de Cuarte, en la considerada primera batalla que pierden los almoravides desde que entraron en la peninsula.

El Cid se encuentra aislado en una ciudad rodeada por reinos musulmanes, periódicamente tiene que combatir a esos reyes para recordarles quien es el que manda y recordarles que no deben dejar de pagar las parias. En octubre de 1.097 un ejercito cidiano y aragonés derrota nuevamente a los musulmanes en Bairen. Esta será la última batalla del Campeador ya que a partir de ese momento se retira a Valencia a gobernar la ciudad.

En este mismo año tiene lugar la batalla de Consuegra (Toledo) entre fuerzas musulmanas y tropas castellanas, en la batalla muere Diego Ruiz el único hijo varón del Cid, muere muy joven con apenas 20 años. Mientras tanto sus hijas contraen matrimonio. Su hija Maria casa en primeras nupcias con el infante Pedro de Aragón hijo del rey Pedro I de Aragón. Contrae matrimonio en segundas nupcias con el conde de Barcelona Ramón Berenguer III el Grande y con el tiempo tendrá dos hijas Maria y Jimena. Su otra hija Cristina casa con el infante Ramiro de Navarra, el hijo de ambos Garcia Ramirez será rey de Navarra en 1.134.

El Cid muere en la ciudad de Valencia el 10 de julio de 1.099 a los 56 años aproximadamente y de muerte natural. Es enterrado en la Mezquita Mayor que para entonces había sido convertida en iglesia cristiana puesta bajo la advocación de San Pedro. La situación de la ciudad de Valencia a la muerte del Cid es insostenible, así el 5 de mayo de 1.102 Jimena con ayuda de tropas castellanas que habían llegado para reforzar la ciudad se ve obligada a abandonar la ciudad y en su vuelta se lleva el cadáver embalsamado del Cid que será expuesto que no enterrado en el Monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos).

Durante muchos años el cuerpo embalsamdo del Cid permanecío frente al Altar Mayor del Monasterio de Cardeña, sentado en un taburete de márfil y con la mano puesta en el puño de la espada. Miles de peregrinos visitan el lugar deseosos de ver a nuestro personaje. Pero llega un momento en que el cadáver del Cid comienza a descomponerse y los monjes optan por dar sepultura al héroe en un sepulcro de piedra. Allí permanceran sus restos hasta 1808 en que los franceses profanan la tumba y se llevan sus restos a Francia. Dos nobles franceses se reparten los despojos, por fin y después de diversos avatares en 1.921 son recuperados la mitad de sus restos, de la otra mitad se desconoce su paradero. Por fin la mitad de los restos son depositados en el crucero de la Catedral de Burgos en 1.921 donde quedan depositados junto con los de su esposa Jimena, y donde hasta hoy día permancecen.

La hitoria de la batalla ganada a los musulmanes es totalmente falsa. La raíz de la historia puede nacer del hecho que al retirarse Jimena y las tropas castellanas de la ciudad de Valencia, el cadáver del Cid que estaba embalsamado fue sentado en la grupa de un caballo y en esa posición hizo el camino de vuelta a casa. Era tal el pavor que inspiraba a los musulmanes la persona del Cid, que ni después de muerto se atrevieron a atacar la columna que andaba en retirada. Tal era nuestro personaje.