Monasterios de España
Real Monasterio de Santes Creus



El monasterio de Santes Creus, es la expresión pura de la edad medieval, como una síntesis
unificadora de los poderes espiritual y temporal, del mundo civil, militar y religioso. J.E.Cirlot


Introducción


Nombre: Real Monasterio de Santes Creus (Reial Monesteir de Santes Creus)
Época: Siglos XII y XIII al XVIII
Emplazamiento: Aiguamúrcia (Tarragona)
Comarca de L'Alt Camp. Comunidad Autónoma de Catalunya
Orden: Cisterciense. "Ora et labora" . Los monjes blancos. "Riqueza de pobreza"
No mantiene comunidad de religiosos actualmente
Declarado Monumento Nacional en 1921
Propietario: Generalitat de Catalunya

Historia

El Real monasterio de Santes Creus forma parte, junto con los de Poblet y Vallbona de les Monges, del conjunto de monasterios cistercienses que se establecieron en la Catalunya Nueva en la segunda mitad del siglo XII, como instrumento de reorganización y repoblación de las nuevas tierras conquistadas por la Corona de Aragón a los musulmanes.

A finales del siglo XI (1098) un grupo de monjes benedictinos fundó el monasterio de Citeaux o del Cister en Borgoña (Francia), donde se ensayó una nueva manera de vivir la regla de San Benito, con voluntad de volver a los orígenes y de buscar una mayor austeridad y más alejamiento del mundo. Este movimiento triunfó gracias a la gran personalidad de San Bernardo de Claraval, fundador y abad del monasterio de este nombre. Había nacido la orden de Cister. Los monasterios cistercienses se situaban en terrenos despoblados y vírgenes, aunque siempre junto a cauces de agua, que los monjes convierten en tierras fértiles y productivas, desarrollando innovaciones agrícolas que incluso acabaron por hacer de los cistercienses los más grandes ingenieros agrónomos de la época.

La fundación de nuestro monasterio se remonta al año 1150, en unas tierras de Valldaura (Cataluña), pero pronto los monjes buscaron un lugar más apartado y se trasladaron a Santes Creus. En el año 1158, los monjes consiguen la donación del paraje de Santes Creus, en la orilla izquierda del rio Gaià, por parte de los señores de Montagut y de Albà, pero no es hasta el 1160 cuando se establecen definitivamente en el lugar.

En el lugar de creación del monasterio ya existía una ermita dedicada a la Santísima Trinidad y en torno a ella comenzaron las construcciones cistercienses, entre ellas unas dependencias para la reina Petronila (hija del rey aragonés Ramiro II, el monje), esposa del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.

En el año 1174 se inician las obras de la iglesia, la sala capitular y el templete del lavabo, al tiempo que se traza el claustro cisterciense (hoy desaparecido).

Dos grandes abades dieron impulso definitivo al monasterio en el siglo XIII, San Bernardo Calvó, consejero de Jaime I (1213-1276), que acompañó al rey en las conquistas de Mallorca y Valencia, y el abad Gener, gran amigo del rey Pedro III el Grande (1276-1285). Otro gran abad fue Bonanat de Vilaseca que coincidió con el reinado de Jaime II el Justo (1291-1337), con el que el monasterio alcanzó su mayor esplendor cultural y expansión territorial.

Corre el año 1300 cuando las habitaciones abaciales se convierten en Palacio Real, por deseo expreso del rey Jaume II y su esposa Blanca de Anjou.

En 1313 el abad Pere Alegre, inicia las obras del nuevo claustro principal gótico, en sustitución del antiguo claustro cisterciense y posteriormente en el 1314, las del cimborrio. Además se comienza la construcción del panteón real de Jaume II y Blanca de Anjou, en el crucero de la iglesia.

En 1640 se inicia la construcción del nuevo Palacio Abacial sobre el antiguo Hospital de los Pobres, fuera del recinto de la clausura estricta, y se comienza a definir un nuevo recinto monástico centrado para la que será la plaza de Sant Bernat. Hay que decir que desde el año 1379 el Palacio Real había pasado a ser nuevamente las habitaciones abaciales.

Fue con la Guerra de la Independencia cuando el monasterio entró en declive, siendo la desamortización de 1835 quien puso la puntilla al cenobio, sus bienes fueron subastados, y el monasterio saqueado e incendiado.

Actualmente el monasterio ha sido debidamente restaurado y no alberga comunidad monástica, al contrario de lo que ocurre con los otros dos grandes monasterios de la zona, Poblet y Santa María de Vallbona, este último de monjas cistercienses.

Características

El monasterio se corresponde a la más ortodoxa estructura de los conjuntos arquitectónicos del Cister y se extiende como un rectángulo alargado en el que se sitúan todas las dependencias monacales, orientadas hacia el oeste.

Santes Creus presenta la organización típica de un monasterio de la orden cisterciense: la iglesia, el claustro y sus dependencias, situados de acuerdo con un sistema estricto, perfectamente resuelto, alrededor del claustro principal.

El cenobio comenzó bajo los imperativos del románico, iniciándose, en el 1160, tras la bula concedida por el papa Alejandro III. Después al introducirse el gótico se adoptaron elementos de éste, como el esplendido claustro gótico o mayor.

El cenobio consta básicamente de una iglesia situada en la parte izquierda del rectángulo que encabeza la Plaza Mayor (plaza abierta fuera de la clausura, a la que se abren la fachada de la iglesia y la puerta de entrada al claustro. En su centro encontramos una fuente).A la derecha de la iglesia, el claustro con su templete y fuente y el resto de las principales dependencias en torno al claustro distribuidos en dos pisos: sala capitular, locutorio, biblioteca, cocina, refectorio, dormitorio etc., y en la parte situada más al este, el segundo claustro, la capilla de la Santísima Trinidad, el palacio real, patios reales, torre del homenaje, el cementerio, la enfermería nueva y el ámbito de las antiguas habitaciones de monjes jubilados y otras dependencias del monasterio.

El monasterio de Santes Creus, siguiendo las directrices de la Orden del Cister, es un monasterio austero, son estructuras exentas de decoración y en el que se abren los espacios haciéndolos amplísimos. La novedad reside en la bóveda de crucero sostenida por muros, pilares y columnas. Las salas del monasterio, se ofrecen a estos cambios: el aula capitular con bóveda de crucero soportada por cuatro columnas y la sala de monjes -convertida mas tarde en bodega- inmensa y altísima sostenida por dos gruesas columnas, son un ejemplo contundente de este espíritu renovador. Esta renovación se pone de manifiesto en el dormitorio al introducir el uso de arcos de diafragma apuntados y el techo de madera a dos vertientes, una estructura que permitió a la vez abrir grandes espacios y agilizar el muro.

Al primer recinto del monasterio se accede por un edificio que en sus tiempos era la portería, para acceder a una pequeña plaza en donde encontramos una pequeña capilla dedicada a Santa Lucia construida en el año 1741 sobre una anterior románica.

Al segundo recinto se accede por la llamada Puerta de la Asunción de María (Assumpta), obra barroca de la segunda mitad del siglo XVIII (1741). Sobre la arcada de esta puerta, flanqueada por dos columnas, se ve en una ornamentada hornacina, una imagen de la Virgen y sobre ella el escudo del monasterio. La parte interna del portal, luce también ornamentación barroca y se remata con una torre hexagonal con ventanas.

Una vez atravesado este portal entramos en una plaza llamada de San Bernardo (Sant Bernat), en cuyo centro preside una fuente dedicada al abad que fue de este monasterio San Bernardo Calvó.

En esta plaza encontramos diversos edificios que en parte, cerca del templo, pertenecieron al monasterio y sirvieron de casa a los monjes ancianos. En esta plaza, abierta en el siglo XVIII, algunas fachadas presentan curiosos esgrafiados y en los edificios hubo talleres y servicios monacales. Entre los edificios más notables se encuentra el palacio del abad, con un patio pequeño , gracioso y equilibrado, con arcos que seguramente proceden del primer hospital del monasterio, llamado hospital de los pobres. En el centro del patio un pozo que da gozo.

Iglesia

Frente a la plaza de San Bernardo nos encontramos con la fachada de la iglesia, a la que es posible acceder por la puerta central y principal situada a los pies de la iglesia, por el claustro y por el dormitorio, e incluso desde el primitivo cementerio.

El templo se inició en 1174 y su consagración tuvo lugar en el 1211. Vino después un paréntesis de inactividad constructiva hasta que en el último tercio del siglo XIV, impulsó de nuevo las obras el rey Pedro III el Grande, pero ya antes, seguramente mientras se construía la iglesia, se edificaron la Sala Capitular, la bodega y otras dependencias, entre ellas el dormitorio de los monjes. Con Pedro III se terminó el templo y se iniciaron las obras del palacio real, en la parte trasera del cenobio.

La iglesia sigue el "plan bernardino", de ábsides cuadrados y planta de cruz latina. La nave central, de la que resalta su grandiosidad y altura, está cubierta con bóveda de crucero y arcos torales, que descansan antes de llegar a tierra en unos canecillos acanalados; unas formas muy simples y de una elegancia sutil basada en el refinamiento tecnológico de la propia austeridad.

Esta iglesia es de las pocas de la península que conservan los vitrales de tipo cisterciense del siglo XIII. El retablo del altar mayor es obra barroca de Josep Tremulles.

La fachada de la iglesia mide 27 metros de base y 22 metros de altura y es toda ella de piedra de sillería, con puerta con arquivoltas de delicadas columnas adosadas y capiteles ornamentados con sobriedad y elegancia. La fachada tiene a sus lados, bajo cornisas almenadas, sendos ventanales románicos, mientras que el enorme ventanal sobre la puerta, y que casi culmina en la crestería almenada, es gótico y aunque se nos antoja desproporcionado tiene prestancia. Varios escudos se resaltan junto a la puerta flanqueada por arbolitos de columnas adosadas al muro. Esta fachada, en su parte original y del siglo XIII, es la única que se conserva en una iglesia cisterciense en Cataluña.

La planta del templo es de cruz latina y consta de tres naves, con bóvedas de crucería, ábside principal y cuatro capillas absidiales. La longitud es de 71 metros y su anchura en el crucero es de 35 metros, siendo la anchura total de las naves de 22 metros. El espesor de los muros es de 2,60 en las naves y de 2,95 en la cabecera. La bóvedas se apoyan en los arcos que a su vez lo hacen en los pilares que separan la nave central de las restantes. Es indudable que este templo, en el que se respira austeridad cisterciense, armoniza los elementos del románico tardío con los del gótico. La ausencia de cualquier tipo de decoración en sus muros y paredes es patente.

Las bóvedas, los nervios de éstas, las claves, los pilares, los muros sin ornamentación, la pureza de la piedra, son expresión total del espíritu del Cister.

En el crucero encontramos el cimborrio, construido en el siglo XIV, pero este no es visible desde el interior de la iglesia, solamente nos percatamos de su existencia al comprobarlo desde el exterior del templo. El cimborrio está coronado por una linterna barroca.

En el altar mayor encontramos el retablo barroco, obra de Josep Tremulles en 1640, en madera policromada con una imagen en piedra de la Virgen y que sustituyó al primitivo, de LLuis Borrassà, del siglo XIV. También en las capillas absidiales encontramos otros retablos de menor importancia.

Detrás del retablo del altar mayor y casi ocultándolo, podemos observar un hermoso rosetón con vidriera que da a la fachada de la cabecera, cosa poco usual.

En el crucero de la iglesia a destacar los sepulcros reales de Jaume II de Aragón y su esposa Blanca de Anjou, obra del escultor Pere Bonhuyl, y el de Pedro III el Grande, atribuido al maestro Bertomeu de Girona. El enterramiento de este rey se produjo en el año 1285 (siglo XIII).

El mausoleo de Pedro III se sitúa en el lado del evangelio, y es la única tumba no expoliada a lo largo del tiempo. La tumba se enmarca en un templete de bóveda rectangular, plenamente gótico, formado por cuatro arcos apuntados, con las correspondientes columnillas centrales sobre las que descansa una teoría afiligranada de adornos pétreos y calados. Todo el monumento funerario, cuya urna sepulcral es de pórfido, está policromado por el leridano Arnau de la Torre y su color se conserva tal como estaba en el momento de su construcción.

El mausoleo de Jaime II y su esposa es semejante al anterior, pero tal vez mas sobrio en su grandeza. Es de una estructura mas fina y delicada en sus arcos y arcuaciones que enmarcan el sepulcro en el que reposa la pareja real y que cubre una losa marmórea que se abre inclinada a dos vertientes. Sobre esta losa, las figuras yacentes de Jaime y Blanca revestidas con los hábitos del Cister y con la corona real, con figuras de ángeles junto a sus cabezas, un perro a los pies de la reina y un león a los del rey. A la cabecera de ambas esculturas, una imagen de la Virgen, obra de Francesç de Montfrorit, como velando el sueño eterno de los reyes.

Se supone que las efigies que figuran en los sepulcros son los retratos auténticos de los allí enterrados.

A los pies del sepulcro de Pedro III la tumba del almirante Roger de Lauria, que cumpliendo su última voluntad quiso ser enterrado a los pies de su señor. Otro enterramiento que podíamos encontrar en el templo era el de la reina doña Margarita de Prades, esposa del rey Martín el Humano, pero se desconoce en que lugar del templo está enterrada, por lo que se ha optado por poner una lápida en unos de los muros, para recordar su existencia.

Aparte de estas sepulturas, podemos encontrar mas enterramientos dentro del templo, correspondiente a diversos personajes de la nobleza catalana. Entre ellos el sepulcro gótico de Guillém de Ferrera en una de las capillas absidiales.

En el lado del evangelio se alza la construcción funeraria de mármol y jaspes en la que reposan diversos miembros de la familia Montcada que perdieron la vida en la conquista de Mallorca por Jaime I el Conquistador.

La iglesia dispone también de órgano de música y pila bautismal.

Claustro gótico fotos

Al claustro se puede acceder por el exterior desde la Plaza Mayor a través de la Puerta Real, o a través de la iglesia con la que está comunicada a través de dos puertas, una situada a la altura del crucero y la otra cercana a los pies de la iglesia.

La Puerta Real se engalana con diversos escudos, doseles y molduras. El claustro gótico fue comenzado en el año 1313 en tiempos del rey Jaume II y se tardó bastante tiempo en construir los cuatro costados, arqueados, con las ojivas cerradas por armoniosos calados pétreos que reposan en finísimas columnillas centrales. La obra no fue fácil, y menos aún teniendo en cuenta el papel que el claustro juega en la arquitectura cisterciense, ya que desde él debía poder accederse a las dependencias básicas de la abadía, que ya existían en los lados este y sur del monasterio.



Este claustro gótico reemplaza al anterior cisterciense, cuyo único vestigio que queda del mismo es el templete con la pila del lavatorio.

La gracia arquitectónica del claustro es exquisita en las bóvedas, en los arcos, filigranas góticas, columnas y capiteles de los ventanales. En él, tan armónico, casi deslumbrante en el color de la piedra, trabajó a partir de 1331 y durante diez años el maestro inglés Reinard Fonoll (1331-1341), aunque las tracerías de los ventanales se deben a Guillém Seguer y fueron construidas después de cubrirse las naves.

La obra del maestro Fonoll se encuentra también en otros elementos del claustro, sobre todo en los capiteles labrados con infinidad de motivos vegetales, animales, mitológicos, bíblicos y fantasiosos.

Es celebre su autorretrato labrado en un capitel de este claustro.

A lo largo de todo el recorrido del claustro gótico, podemos apreciar la gran cantidad de sepulcros de familias nobles catalanas que adornan sus galerías, y que fueron protectores del monasterio. Se ha dicho que si el templo es sepulcro real, el claustro lo es de la nobleza.

En el espacio central del claustro resalta, prácticamente adosado a la galería sur, el templete que alberga la fuente de mármol de una sola pieza y de 2,5 metros de diámetro y que siempre está cerca del refectorio. El templete, de planta hexagonal, está cubierto por una bóveda cuyos nervios severos y sólidos confluyen en la clave en la que se halla la cruz del escudo de la abadía. Los laterales se cierran con armónicos arcos a partir de sólidos pilares cuadrados con otros adosados en el exterior, terminando éstos en columnas de sobrio aspecto. Este bellísimo templete procede del claustro primitivo y es de estructura románica, lo que en cierto modo contrasta con las filigranas góticas de los ventanales del claustro.

En uno de los muros del claustro encontramos un interesante relieve de alabastro que representa a la Virgen llevada al cielo por cuatro ángeles, ninguno de los cuales conserva la cabeza y que tienen restos de policromía. Esta imagen procede de una de las salas ya desaparecida, y situada al lado de la Sala Capitular y que estuvo dedicada a la Asunción de la Virgen.

Claustro posterior

Desde el claustro gótico y pasando por el pasillo que hacía de locutorio, se llega al segundo claustro, más pequeño que el gótico. Es del siglo XVI, restaurado en el siglo XVII y también recientemente, mantiene una atmosfera de silencio y recogimiento.

Tiene bóveda de medio cañón apuntada y sus costados presentan sobrios arcos apuntados de piedra finamente labrada. Con piedras de sillería procedentes del claustro del siglo XIV se construyó parte de este, de arcos bajos. Lo cierto es que ha sufrido tantas modificaciones que poco queda de su remoto origen.

Sala capitular

La sala capitular es accesible desde el claustro a través de una puerta con tres arcos ornamentados, arquivoltas y columnillas. Es de planta casi cuadrada, de unos 12 metros de lado, de estructura románica, con bóvedas de crucería sostenidas por cuatro sencillas columnas de las que arrancan los nervios de las bóvedas que se dividen en nueve tramos. Asimismo algunos nervios se adosan sin aparente apoyo, a los muros laterales de la sala. Un largo banco de piedra sustituye hoy a la sillería que hubo en esta sala capitular en la que reposan, al menos están las lápidas en el suelo, algunos de los abades del monasterio, y cuyas efigies se hallan grabadas en relieves en las losas revestidas de pontifical y con los atributos abaciales, escudos etc.

Dormitorio

Subiendo por una escalera situada en el lado este del claustro, accedemos al dormitorio de los monjes, una impresionante nave de 46 metros de longitud por 11 de anchura y 6 de altura, cuya cubierta está inclinada a dos vertientes, se sostiene en amplios arcos apuntados de diafragma que descansan sobre los muros en ménsulas muy sobrias. Entre los arcos, amplios ventanales dejan penetrar la luz en este gran dormitorio en el que los monjes reposaban sobre camastros sin desvestirse de sus hábitos. El dormitorio es del último tercio del siglo XII y ofrece un aspecto de austera grandeza en la que se unen el románico, el puro cisterciense y elementos góticos primitivos. En su parte extrema existen dos puertas que comunican a la biblioteca y al museo.

La biblioteca

La biblioteca, que en principio no estuvo en el lugar actual, que ocupó en el siglo XVII, es una sala de 12 x 7,50 metros y conserva su pavimento de baldosillas de barro cocido. La ornamentan plafones y pequeñas baldosas vidriadas, mitad verdes y mitad blancas, divididas los colores en diagonal, según costumbre medieval catalana que aún se conserva. Tiene la sala un artesonado con molduras de yeso, que llega a aparecer incluso como mudéjar. La sala se ilumina con un ventanal románico. La biblioteca se sitúa junto al dormitorio en el piso superior.

El refectorio (comedor)

No se conserva mucho del refectorio que sustituyó al del siglo XIV, el punto de apoyo de los arcos sobre los que descansaba el techado, unos ventanales, un zócalo de cerámica y poco más. Es una sala amplia, del siglo XVIII, en la que se quitaron los arcos apuntados reforzándose los muros y construyéndose una larga bóveda. Este refectorio, de 18,50 metros de longitud por 11,50 metros de anchura, fue restaurado, quitándole los revoques de yeso y completando la zona de azulejos que servía de respaldo a los monjes mientras comían. A su lado comunicado por un torno se encontraba la cocina.

Palacio Real

Se accede por el claustro posterior, y se sitúa al lado del refectorio. Se construyó en varias fases, iniciado por el rey Pedro III el Grande a finales del siglo XIII y continuadas por Jaime II y por Pedro IV, ya en la segunda mitad del siglo XIV. El de Pedro IV es el que está mejor conservado, y tiene elementos góticos, platerescos y renacentistas. Sobresale en interés el patio con un pozo y una elegante escalera que conduce al piso superior. Esta espléndida escalera tiene dos arcos y una columna de pórfido rojo en la que se apoya la pared lateral de dicha escalera. En el pasamanos hay dos grupos escultóricos con figuras de un león que tiene una gacela entre sus garras y un jabalí.

En el piso superior, la galería ocupa tres lados y tiene once columnas que se apoyan en basamentos sobre el pretil y sostienen los arcos que son una exquisita muestra del gótico catalán. En las dependencias reales se encuentran los restos de lo que fueron alcobas, oratorios, dependencias diversas, un segundo patio etc.

Distribuidos por todo el palacio podemos observar distintos escudos de reyes, del monasterio y de los diversos abades que fueron del cenobio.

También podemos destacar el artesonado con policromía de los techos.

El scriptorium

Es la sala donde los monjes dedicaban el tiempo a copiar libros o manuscritos. Es una sala que en un determinado momento pasó a ser bodega y actualmente es un espacio moderno, que las autoridades han habilitado para la proyección de un audiovisual sobre la vida del Cister. A destacar las columnas sobre las que sustenta la nave, muy parecidas a las de la sala capitular.

Otras estancias del monasterio

El monasterio dispone de prisión, son unas pequeñas habitaciones situadas al lado del scriptorium. La existencia de prisión en el monasterio no debe sorprendernos ya que hay que recordar que el monasterio hacia funciones de palacio real.

De las construcciones primitivas quedan los restos de lo que fue la enfermería y la capilla de la Santísima Trinidad. Se trata de una pequeña iglesia románica del siglo XII, construida con piedra de sillería, bóveda apuntada y estrechas ventanas. Sobre el muro izquierdo de la cabecera, la imagen tallada en madera de un Cristo del siglo XVI que fue encontrado entre las ruinas.

Desde este lugar podemos observar el rosetón que antes hemos mencionado al hablar de la iglesia, y que situado en la cabecera del templo (poco habitual), y tapado parcialmente por el retablo del altar mayor. Tiene un diámetro de 6 metros y está formado por arcos de medio punto de los que ocho columnillas parten hacia el centro en el que se forma un fino calado pétreo ante la vidriera restaurada.

Hay un aspecto importante que confiere al monasterio una forma singular; las almenas que coronan su techo, nacidas de la obligación de fortificar el monasterio impuesta por el rey Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387). Las mismas se realizaron entre 1373 y 1379.

En uno de los muros exteriores recayente a la Plaza Mayor, podemos observar un reloj de sol .

Junto a la capilla de la Santísima Trinidad, encontramos los restos de lo que fueron antiguas dependencias del monasterio .

También podemos destacar la torre existente sobre la iglesia.

Otros lugares de interés en las cercanias:


• Puente de piedra del siglo XV, mandado construir por el abad Valls
• Cruz de termino del siglo XIV, reconstruida en 1948

Ficha técnica


Fecha de realización página: 29 de Octubre de 2.004
Fecha última modificación:


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