Monasterios de España
Ruta de los Monasterios valencianos
Monasterio de la Murta

Introducción

Nombre: Monasterio de Nuestra Señora de La Murta
Ubicación: Alzira (Valencia). Comunidad Autónoma de Valencia. Comarca de La Ribera Alta
Monasterio de la Orden Jerónima situado en el Valle de la Murta
Fecha de construcción: siglos XIV y XVII
Es propiedad del Ayuntamiento de Alzira desde 1989
Gentilicio: alcireños
Declarado Bien de Interés Cultural en 2.002

Historia

Según una piadosa y no confirmada leyenda, San Donato fundó en el siglo VI en este valle un pequeño convento que fue arrasado durante la invasión musulmana. San Donato estaría enterrado en este valle y de ahí que el lugar fuera considerado como terreno santo. Después de la conquista cristiana por parte de Jaime I, el valle se fue poblando de ermitaños que vivían en soledad, construyeron pequeñas capillas u oratorios que a la larga serían el germen fundacional del monasterio. Los nombres de las ermitas se conocen y eran: Nuestra Señora, San Miguel, San Jerónimo, San Benito, San Onofre, Monte Calvario, Santa Sofía, San Juan, San Pedro, San Salvador y Santa María. En aquel entonces el valle era conocido como Valle "dels Miracles" (de los milagros).

En 1357 el noble alcireño Arnau de Serra, señor del lugar, hizo entrega del Valle de Miralles a un grupo de ermitaños que se encontraban dispersos por el valle a condición que se agruparan y formaran un monasterio. Estos debieron hacerle caso ya que consta que en 1369 había algún tipo de fundación monástica muy primitiva no sujeta a ninguna orden ni regla particular. Más que una fundación monástica se trataría de un centro de reunión esporádico de los ermitaños que harían vida en soledad y ocasionalmente se reunirían para compartir sustento material o vida espiritual.

Los ermitaños que habitaban este Valle conocido como de Miralles, seguramente una deformación de "Vall dels Miracles" como era conocido con anterioridad, se desplazaron al monasterio de San Jerónimo de la Plana en Xàbia (Jávea) para profesar como monjes de la Orden de San Jerónimo y luego poder volver a su valle para fundar su monasterio. El monasterio de San Jerónimo de la Plana fundado en 1374 sería el primer monasterio de esta orden fundado en el Reino de Valencia. Recordar que la Orden de San Jerónimo fue aprobada por el papa Gregorio XI en 1373.

Mientras tanto el papa Gregorio XI concedió la bula para la fundación del monasterio de la Orden de San Jerónimo en 28 de marzo de 1376 bajo la regla de San Agustín a los ermitaños del Valle de Miralles ("frares o eremites de Sant Jeroni").

Un ataque de los piratas norteafricanos ocurrido en 1386 sobre el monasterio de la Plana de Xàbia hizo que los monjes fueran llevados cautivos a Argelia. Años después fueron rescatados por Alfonso El Vell, duque de Gandia que los volvió a alojar en 1389 en el convento jerónimo de Sant Jeroni de Cotalba fundado por él mismo en 1388 y que sería la segunda fundación jerónima del Reino de valencia. De este monasterio partirán los primeros seis monjes que ocupen el monasterio de La Murta en Alzira en 1401.

Desde el 4 de julio de 1376 en que toman posesión del lugar hasta el 11 de febrero de 1401 en que ocupan físicamente el monasterio transcurre un periodo aproximado de 25 años de vacío espiritual del valle, solo mantenido por unos pocos ermitaños que se habían quedado al cuidado de las obras.

Las obras comenzadas en 1376 son retomadas el 11 de febrero de 1401 bajo la dirección de fray Domingo LLoret del Monasterio de San Jerónimo de Cotalba de quien dependió el monasterio en un primer momento por ser de este lugar sus primeros pobladores. Los nombres de los primeros monjes se conocen y son: Arnau Cortal, Guillem Berenguer, Pere Pintor, Pere de Campos, Eusebi Pavia y Domènec Lloret.

El monasterio adoptó la típica configuración de iglesia y claustro, siendo alrededor de este último donde giraban las distintas dependencias del monasterio. Las obras iniciales fueron llevadas a cabo por el maestro de obras de la ciudad de Valencia, Jaime Gallent. En una primera etapa constructiva se levantó la iglesia, claustro, celdas, biblioteca etc, el monasterio se levantó sobre el lugar que ocupaban tres de las once ermitas que se contabilizaban en el valle, las conocidas como de Santa María que serviría seguramente como iglesia provisional y las ermitas del Arcángel San Miguel y de San Jerónimo de las que no se tienen constancia de su ubicación exacta.

Según la leyenda durante las obras de construcción del monasterio fue encontrada una imagen de la Virgen oculta entre unos arbustos de murta (mirto en castellano) de donde tomaría nombre el monasterio, la advocación mariana (Santa María de la Murta) y posteriormente todo el Valle.

En esta etapa constructiva (siglos XV y XVI) grandes familias valencianas ayudan al sostenimiento y construcción del monasterio a condición claro está como era habitual en la época de poder ser enterrados en su interior, garantía cierta de llegar antes al cielo. Entre los personajes destacados que entregaron dinero para las obras figuran el cardenal Cisneros que ayudó a sufragar parte del armazón del claustro y cuyo escudo estuvo durante muchos años adornando los pilares del mismo. Otra familia importante valenciana en este periodo constructivo sería la familia de los Vilaragut.

Una segunda etapa constructiva se desarrolla durante el siglo XVII con el patronazgo muy especial de la familia de los Vich. El linaje de los Vich y su relación con el monasterio se inicia en 1477 cuando el I señor de Llaurí, don Luis Vich Corbera "mestre racional" de la ciudad de Valencia es enterrado en el claustro del monasterio donde había dispuesto su panteón familiar. Será no obstante a partir de 1530 cuando Luis Vich Ferrer, III señor de Llaurí y su esposa Mencía de Mendoza establezcan su residencia en este lugar huyendo de la peste que asolaba la ciudad de Valencia. Al poco tiempo nacería en la Hospedería del convento su hijo Juan que a larga sería Arzobispo de Tarragona.

Uno de los hijos del I señor de Llaurí, el cardenal Guillem Ramón Vich Vallterra (h.1470-1525) decide construir una nueva iglesia, pero será su hermano Jerónimo Vich Vallterra (1459-1535) conocido en Valencia como el Embajador Vich quien financie la construcción del templo. Esta apropiación del patronazgo de la familia de los Vich sobre el monasterio hizo que los anteriores donantes fueran eclipsados e incluso que otros posibles donantes renunciaran a su patronazgo ya que se consideraba que el monasterio era feudo de la familia Vich. Dos grandes personajes de este linaje quedan unidos a la historia del monasterio que lo llevaran a su momento de máximo esplendor, el primero de ellos es Juan Vich Manrique de Lara (1530-1612) nieto del embajador Vich, obispo de Mallorca y Arzobispo de Tarragona, quien había nacido en el Monasterio y sería enterrado en él, y el segundo personaje y verdadero mecenas del convento don Diego Vich Mascó (1584-1657) sobrino de Juan Vich arzobispo de Tarragona, quien dispuso su enterramiento en la iglesia del convento y a donde se retiró en los últimos años de su vida, siendo enterrado lógicamente en el mismo.

Las obras de la nueva iglesia fueron comenzadas como hemos comentado por el Embajador Vich, pero serían sus sucesores quienes llevaran a la práctica la construcción del templo y su engrandecimiento. Las obras fueron realizadas por Juan de Alicante y supervisadas por Agustín Muñoz.

Juan Vich Manrique de Lara, arzobispo de Tarragona donaría una gran colección de objetos litúrgicos al monasterio y en 1611 haría donación de su biblioteca. Fue enterrado en el Monasterio donde había nacido.

Diego Vich Mascó (nacido Diego Vich de Castellví) a su fallecimiento dejaría su importante legado de obras de arte, su biblioteca y su fortuna al Monasterio de la Murta. Dedicó la Capilla Mayor a panteón familiar y mandó construir el trasagrario donde en un primer momento quería ser enterrado, pero luego decidiría que no era digno de estar enterrado en ese lugar y escogería otro lugar del templo más discreto. Diego Vich Mascó tuvo que ser un incordio para la vida de los monjes pues retirado en sus últimos años al monasterio, hacía y deshacía a su antojo, cambiando de parecer en múltiples ocasiones sobre su lugar de enterramiento, su epitafio y sobre otros aspectos constructivos de la iglesia.

Diego Vich hace donación en 1641 de su biblioteca al monasterio y una treintena de cuadros que poseía, pintados muchos de ellos por Francisco Ribalta, algunos desaparecidos durante la Guerra de la Independencia, otros vendidos por el propio monasterio y una serie se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Valencia. En 1653 el monasterio concede el patronazgo de la Capilla Mayor y del convento a Diego Vich.

A la muerte de Diego Vich dejó heredero universal de su fortuna y bienes al monasterio, con expresa especificación en que había que gastarse el dinero que donaba, las obras de mejoras continuaron durante el siglo XVIII aunque sin excesiva magnificencia, ya que don Diego sería el último miembro varón del linaje de los Vich y las donaciones al convento fueron menguando al considerarse como ya hemos comentado que el Monasterio era un feudo de los Vich. En 1650 el picapedrero Vicente Mir levanta la portada de la iglesia y coloca el escudo de los Vich en su portada.

En 1835 el monasterio que contaba con once monjes fue desamortizado y el mismo abandonado. En 1838 pasó a manos privadas y entró en estado de ruina hasta solo quedar lo que hoy día vemos. La imagen de la Virgen de la Murta fue llevada a la Iglesia de Santa Catalina de Alzira donde sería destruida en 1936.

En 1410 el monasterio recibió la visita de San Vicente Ferrer, y en 1586 del rey Felipe II en compañía del príncipe Felipe y la infanta Isabel Clara Eugenia, inaugurando un puente de acceso al recinto monacal. Será en 1589 cuando el Patriarca San Juan de Ribera visite el monasterio. En 1899 recibe la vista de Vicente Blasco Ibañez aunque para entonces el monasterio ya estaba en proceso de ruinas.

Características

Después de la desamortización de 1835 el monasterio fue abandonado y comenzó un periodo de destrucción generalizada que ha continuado hasta pocos años. Lo que queda en este momento son ruinas que poco a poco se han ido consolidando por parte de las autoridades y poco más. De todo el conjunto queda en pie como más representativo y lo que más llama la atención, la Torre de las Palomas, algunos muros y arcos de la iglesia, la planta de lo que fue el claustro, la sacristía y las balsas del monasterio. De todo lo demás no queda nada, por lo que los conocimientos que se tienen proceden de descripciones pasadas.

El monasterio dada su situación un poco abrupta no era muy grande en cuanto a extensión horizontal, por lo que su engrandecimiento fue suplido en altura, con lo que siendo un monasterio pequeño tenía todos los equipamientos necesarios para su habitabilidad.

Para acceder al monasterio había que cruzar un puente sobre el barranco de la Murta y que recibía el nombre de Puente de Felipe II ya que fue inaugurado por él mismo en su visita al monasterio el 19 de febrero de 1586. Aquí se podría recordar la especial relación que mantenía la familia Real de los Austria con la Orden de San Jerónimo.

Se pueden establecer dos grandes etapas constructivas, la primera entre los siglos XIV y XV en la cual se construye la iglesia y el claustro, y donde el monasterio adopta la configuración básica. Una segunda etapa constructiva se dará durante el siglo XVI y XVII auspiciada por Juan Vich Manrique de Lara, arzobispo de Tarragona y sobre todo por su sobrino Diego Vich, alma mater del convento y responsable de su configuración actual. En este periodo se construye la nueva iglesia, se renueva el claustro, se construye la Torre de las Palomas, la de la portería, el sagrario y otras estancias menores.

La distribución monacal jerónima se basaba en una planta baja dedicada a zonas de uso común y las plantas altas dedicadas a celdas, dormitorios, librería, ropería y habitaciones auxiliares.

Traspasado el puente de Felipe II se llegaba a una plaza conocida como de la iglesia, porque desde este lugar se tenía acceso al interior del templo sin necesidad de entrar en el convento. La entrada al convento propiamente dicho se realizaba a través de la Torre conocida como de la portería y que no se conserva en pie.

Iglesia monacal La primera iglesia monacal se realizó a mediados del siglo XV, atribuyéndosele su autoría a Jaime Gallent. El coro fue realizado en 1481 y se atribuye su construcción a Francisco Martínez alias "Viulaigua". Probablemente anteriormente existiera otra iglesia que sería en realidad una de las antiguas ermitas cenobíticas de las tres sobre las que se construyó el monasterio, concretamente la conocida como de Santa María y de la que se desconoce su emplazamiento.

Una nueva iglesia comenzó su construcción en 1516 en que se pone la primer piedra, con el patrocinio del cardenal Guillem Ramón Vich Vallterra, aunque sería su hermano Jerónimo Vich Vallterra quien sufrague su construcción a condición de que la misma fuera convertida en panteón familiar y se pusiera su escudo de armas en la puerta principal. No obstante a pesar de todo las obras avanzaron muy lentamente y estaban inacabadas. Las obras fueron llevadas a cabo por Juan de Alicante y supervisadas por Agustín Muñoz.


En 1597 se compra un órgano para el templo y en 1599 se construye una nueva celda prioral sobre el refectorio.

En 1610 son retomadas las obras de la iglesia que habíamos dejado inacabadas, concediéndole a Juan Vich Manrique de Lara (arzobispo de Tarragona) la fundación de la iglesia. Sería no obstante su sobrino Diego Vich quien lleve a termino el montante grueso de las obras. El arzobispo ordena levantar una nueva Capilla Mayor y reedifica nuevamente el templo. Encomienda las obras al arquitecto Francisco Figuerola que las llevará adelante hasta 1619 en que por discrepancias con los monjes abandona el convento, continua las obras Joan Saragoça pero en 1921 también abandona las obras y estas serán terminadas por el arquitecto Miquel Conchillos que las daría por concluidas en 1623 chapando de azulejos todo el templo, siendo bendecida el 17 de septiembre 1623. El edificio de la antigua iglesia quedaría como sacristía.

En 1631 el monasterio concede licencia para el traslado de los cuerpos de los Vich enterrados en su capilla del claustro a la cripta existente bajo la Capilla Mayor. En 1632 Diego Vich colocará en el arco o embocadura de la Capilla Mayor su escudo familiar. De lo poco que se sabe de la cripta es que estaba recubierta de azulejos.

Diego Vich Mascó contrata en 1631 el Retablo Mayor al aragonés Juan Miguel Orliens en su parte escultórica, autor del desaparecido retablo de la Iglesia de los Santos Juanes de Valencia. El retablo pintado y dorado por Pedro de Orrente fue colocado en su lugar en noviembre de 1634. Las imágenes representadas eran de la Virgen, San Miguel y San Jerónimo titulares de las tres ermitas sobre las que se había levantado el monasterio en el momento de su fundación.

En 1635 Diego Vich ordena construir un trassagrario detrás del Altar Mayor con intención de ser enterrado en el mismo. Diego Vich fallecería el 25 de abril de 1657 pero no sería enterrado en el trassagrario ya que lo sería a los pies del templo, pues en los últimos años de su vida cambió de opinión varias veces hasta que al final decidió ser enterrado a los pies del templo en señal de humildad.

En 1772 los pintores italianos Carlos y Lorenzo Soronetti y Pedro Bazzi decoraron la totalidad del interior del templo, pero en la actualidad no queda rastro de dicha decoración.

De las acuarelas realizadas en 1846 cuando todavía la iglesia no había empezado a ser pasto de la ruina, podemos deducir que la iglesia era de una sola nave y cinco tramos, con capillas laterales entre los contrafuertes, coro alto a los pies y presbiterio elevado. Capilla Mayor de testero recto. Los arcos de las capillas laterales eran de medio punto, la cubierta se cerraba por una bóveda de medio cañón reforzada con arcos fajones. Los arcos eran de sillería, mientras que los muros eran de mampostería y la plementería de la bóveda de ladrillo. Una tribuna abierta a la nave central recorría las capillas laterales. Del centro de cada tramo destacaban florones realizados en yeso y policromados realizados hacia 1656.

La iglesia por propias necesidades de ubicación está orientada al norte. En la actualidad de la iglesia quedan en pie, el muro imafronte de la iglesia (lado norte), el muro de cierre por su lado sur (apuntalado para evitar su derrumbe), parte del muro lateral occidental, la portada de entrada a la iglesia desde la plaza y un par de arcos situados en el presbiterio y en los pies.

La portada de acceso al templo desde la plaza de la iglesia se conserva en aceptable estado de conservación. Se compone de una puerta adintelada de tradición neoclásica abierta en la conocida como Torre de las Campanas hoy desaparecida. Destaca en la puerta el escudo de la familia Vich. El escudo de la familia Vich está compuesto básicamente por dos fajas horizontales de oro (color amarillo) sobre fondo de gules (rojo). En el centro del frontón partido se podía leer la siguiente inscripción: "Quae utilitas in sanguine meo um descendo incorruptionem" que puede traducirse como " De que sirve mi sangre si desciendo a la corrupción".

Claustro monacal El claustro primitivo fue realizado en torno a 1492. El cardenal Cisneros aportó una cierta cantidad de dinero que fue usado para el cierre de las bóvedas vaidas del claustro. En este pusieron las armas del cardenal. De este primitivo claustro no quedan trazas ya que sobre él se superpuso hacia 1649 un nuevo claustro barroco de dos pisos realizado por Guillem Carreres en ladrillo y con arcadas de medio punto. De planta cuadrada estaba formado en su planta baja por tres arcos de medio punto en casa una de sus pandas y el doble de vanos en el piso superior también con arcos de medio punto. En la actualidad sólo queda la planta de lo que fue. Las trazas del claustro se atribuyen a Martín de Olinde.

Torre de las Palomas Entre 1547 y 1601 se levantó la Torre de las Palomas, lo que dota al monasterio de una perspectiva de fortaleza, con sus almenas y sus matacanes. La construcción de la torre obedece a una época convulsa en que las costas mediterráneas eran frecuentes los ataques de piratas, así como de bandoleros y moriscos habitantes de la zona siempre descontentos con los abusos a los que eran sometidos. En dos de sus lados podemos apreciar perfectamente los matacanes con sus buhaderas de defensa y en otro de los lados sólo quedan las ménsulas donde se apoyaba el matacán. Tal vez sea la Torre de las Palomas el elemento más característico del monasterio en la actualidad. En la parte alta de la torre podemos ver una pequeña espadaña de un solo vano, donde parece ser se alojaba un reloj. La torre construida en mampostería se encontraba reforzada en sus esquinas por sillares. La puerta de acceso a la torre se encontraba en alto y para llegar a ella había que hacerlo mediante una escalera que en caso de necesidad era retirada hasta pasado el peligro.

Junto con la Torre de las Palomas, el monasterio disponía de dos torres más, una de ellas era conocida como las de las campanas y se situaba a los pies de la iglesia y en su base quedaba la puerta de entrada el templo. En la actualidad sólo queda un mínimo resto de su estructura.

La otra torre conocida como de la Portería, tenía en su base la puerta habitual de entrada al monasterio de donde tomaba su nombre. En la actualidad nada se conserva de ella.

Para reforzar aún más la seguridad del monasterio, este se encontraba rodedado por un muro almenado.


Las balsas fueron construidas en 1771 para recoger el agua de lluvia y principalmente para albergar el agua que procedente de la conocida como Fuente de la Murta llegaba a través de un acueducto que todavía se conserva.

Del resto de construcciones menores destacamos el nevero construido en el siglo XVII, el puente de Felipe II sobre el barranco de la Murta del siglo XVII, la almacera con la prensa del aceite de finales del siglo XIX y la casa señorial o antigua hospedería de finales del siglo XIX.

El Monasterio de la Murta en el recuerdo

Ficha técnica

Fecha de realización página: 15 de Abril de 2012
Fecha última modificación:

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Fuentes consultadas: Colección de acuarelas de Ignacio Fargas y Máximo Peris (1846),